Sobre Parasite
Moon-gwang: Hermana, ¡hay que ayudarnos entre los humildes!
Chung-sook: ¡Yo no soy humilde!
Parasite es inmisericordiosa. Cuando Ki-taek afirma que “la única forma de que un plan no salga mal, es no planeando nada” estamos frente a eso que los psicólogos han llamado Desamparo Aprendido: “un problema de tipo emocional que enfrentan las personas después de haber fallado uno o dos intentos en el pasado lo cual hace creer al individuo que es incapaz de mejorar sus habilidades para no fallar una próxima vez” lo que no entienden los psicólogos (como es costumbre), pero entiende en su totalidad el Director Bong Joon-ho, es que en ciertas circunstancias el saberse incapacitado como actor con nula capacidad de agencia poco tienen que ver con trastornos emocionales, esa incapacidad es un conocimiento tácito, vivo, real, ¡no una desviación psíquica! La última escena lo aclara, la carta que Ki-woo escribe a su padre, el último derechazo que nos tiene preparado Joon-ho para lograr su knockout, es que resulta claro para todos los espectadores que la fantasía del relato no está en el hecho de que su padre puede estar durante años escondido en un sótano, la fantasía es que Ki-woo logrará comprarse esa casa, Ki-woo es el fin de la utopía emprendedora, desnuda al mito de forma brutal y nos enseña que en el capitalismo no hay movilidad social por la voluntad, tal vez en algunos muy pocos casos, por azar.
Todo tiene que ver con la pertenencia de clase, hasta el olor dice Bong Joon-ho, y es que Parasite que ocurre en Corea del Sur, resulta extrañamente familiar; si algo ha logrado globalizar el capitalismo son las formas en las que se expresan las relaciones de subordinación entre privilegiados y las clases subalternas. Mr. Park ve tirado en el suelo al esposo de Moon-gwang, lo ve con desprecio, con asco, él responde “¡RESPETO!” ¿es que nos habremos vuelto locos todos? Parte del proceso de sumisión masiva proviene del enaltecimiento de esos pocos que viven en el paraíso, anhelamos su estilo de vida, sus lujos, sus fenotipos, son la expresión de la divinidad, pero como siempre ha sucedido con las divinidades, su actitud frente a todos los demás es de un desprecio condescendiente, la familia Park no era particularmente mala, de hecho, resultan ser amables, considerados, tienen una real preocupación por sus subordinados, sin embargo es ese buenismo lo que los hace más perversos, su ignorancia frente al poder que detentan, frente a su privilegio, resulta en un desprecio mucho más profundo e hiriente que si fueran abiertamente unos nazis clasistas, en ellos se entendería su desdén por el otro, pero el buenismo genera incertidumbre, ¿pero si son tan buenos, por qué me desprecian? El problema debo ser yo.
Al final Ki-taek ¿se vuelve loco o se emancipa? O será justamente que la emancipación lleva integrado un acto de locura en los ojos de quienes lo ven, pero un acto de razón y lucidez en quien lo realiza, que pregunta tan pertinente nos deja Bong Joon-ho para pensar la violencias ¿es acaso Parasite un ejercicio de esquizoanálisis? ¿La moraleja será “proletarios del mundo unidos”’ o será acaso que todos estamos dispuestos, al final, a matar, a mentir, a traicionar a los nuestros, por estar unos minutos tomando el sol en el jardín?